En Flying Burrito quieren que luzcas sus jodidas camisas a lo grande, que estés presentable cuando salgas a competir o entrenar y que no tengas que ocultas los cuadros de las camisas con un cortavientos o una chaqueta impermeable. Vale, sabemos que esto puede ser complicado en invierno pero, a pesar de todo, siempre hay un momento parta lucir los diseños de Flying Burrito, de ver sus típicos cuadros en la montaña o sus camisas hawaianas.
¿Te imaginas salir a correr con una camisa de leñador? ¿Y estar en una línea de salida acompañado de corredores y corredoras con el último modelo de las marcas especializadas mientras tú estás vestido como si fueras a tomarte un whisky en la Montana más profunda? Las jodidas camisetas de Flying Burrito son las camisas que los leñadores de Montana llevarían si se pasaran al trail running, las camisetas más punk que puedes encontrar ahora mismo en el mercado. ¿Y si te decimos que también vas a poder correr con una camisa hawaiana que hará que seas la envidia de tus compañeros de entrenamiento? Sí, también es posible porque Flying Burrito lanzó en verano su nueva colección, inspirada en las típicas camisas hawaianas para que no pases desapercibido en ningún momento. A los cuadros se unieron las palmeras, tanto para chica como para chico porque, por fin, Flying Burrito también tiene modelos especialemente diseñados para ellas.
La camisa que Lazarus Lake debería llevar en la próxima Barkley Marathons o la que Ken Chlouber debería vestir cuando dispare con su rifle en la salida de la Leadville 100 está fabricada con tejido de poliéster 100% reciclado, facilita la transpirabilidad, la elasticidad y el secado rápido. Está diseñada para entrenar y competir pero también para levantar troncos o cortar el césped del jardín de tu casa de Missoula en Montana. Al mismo tiempo, es ideal para practicar trekking o simplemente vestir “casual” cuando bajas de las montañas para tomar algo en el saloon o te bajas del coche para comprar el pan en la tienda del pueblo.
¿Quieres más? Pues hay más. Estamos de acuerdo. Nadie se pone una camisa de cuadros de Flying Burrito para pasar desapercibido. Al contrario, te van a mirar y mucho, pero con las hawaianas pasarás al siguiente nivel. Si llega el verano y el calor se tiene que notar también en nuestra ropa para salir a correr. Porque si al ponerte la camisa de cuadros te daban ganas de coger la motosierra o el hacha más cercana, en el momento en que te vistas con las nuevas hawaianas de Flying Burrito te sentirás como Elvis Presley en la película de los años 60 Blue Hawaii, la que lanzó definitivamente al estrellato este tipo de camisas. Claro que, en vez de salir a correr a la montaña, igual te apetece más tumbarte en una playa o tomarte un daikiri en el chiringuito más cercano. Es uno de sus efectos secundarios.
Las camisas están disponibles en la web de Flying Burrito en la versión de hombre y en la de mujer.
Flying Burrito es mucho más que unas jodidas camisas. Es una empresa que tiene sus raíces en el norte de la provincia de Barcelona, justo dónde los Pirineos empiezan. En una zona montañosa, poblada por espesos bosques, Flying Burrito nace sobre tres pilares en los que basa su crecimiento: reciclaje, proximidad y dignidad.
Quizá por el hecho de haberse criado como lobos, corriendo desde pequeños por la naturaleza, como ellos mismos dicen, no conciben la idea de crear un proyecto como Flying Burrito si no es siendo fieles a los valores de respeto por el planeta. Por eso, todos los productos están fabricados y confeccionados en Barcelona buscando con la producción de proximidad, evitando el transporte desde tierras lejanas eliminando así la huella de carbono al máximo.
Además de con la naturaleza, su compromiso también es con la justicia social. Todos los materiales usados para producir nuestras camisas, así como su confección, están producidos en Barcelona, por gente que tiene una jornada laboral de ocho horas, un mes de vacaciones y un sueldo justo. Esto que puede parecer básico, vale la pena explicarlo, porque desgraciadamente hoy en día no hace falta ir al tercer mundo para encontrarse con talleres en los que se ofrece a los trabajadores unas condiciones indignas.