Por Juan González, colaborador de Territorio Trail Media
No es la más dura, posiblemente tampoco sea la más bella, sin duda alguna, no es la más larga, pero es donde la mayoría de amantes de la larga distancia queremos estar. Es el “yu-ti-em-bí” o escrito en sus endiosadas siglas registradas: UTMB.
Hemos soñado con tomar la salida en la Place de l´Église, un viernes de finales de agosto a las 6 de la tarde, entre la muchedumbre de corredores llegados desde cualquier rincón del mundo. Bajo el estruendo musical, nos abandonamos con vehemencia a ese ardor común, pues nos creemos «elegidos». Pero nos sólo los corredores nos deleitamos en éxtasis, el público brama y grita cada proclama del speaker, que se viene arriba, sabiéndose observado. Este es, en parte, el -casi- inigualable ambiente de lo que es, en esos días, la capital del trailrunning mundial, un título ególatra, incluso fanfarrón, pero cierto.
Ese fin de semana, en todas las redes sociales, el hashtag #UTMB, con todas sus variantes, va a ser la entrada más multitudinaria, buscada y escrita.
La meta, el objetivo común de los que estamos -o hemos estado- ahí; completar los 171 kms, que nos devolverán en la mayoría de casos, dos días después al mismo lugar, para cruzar el descomunal arco en sentido opuesto; la meta, despúes de abstraernos en soliloquios, naufragar en abismos de emociones perniciosas, alegrías y lo contrario. Muchas horas de soledad para pensar en lo pasado, presente, y venidero.
Si conseguimos gestionar la carrera, sin duda disfrutaremos de un recorrido ideal para la gente que le gusta correr. Los participantes más técnicos, encontrarán a faltar tramos delicados, aspecto que por mi forma/estilo de correr agradezco. Puedes zancar hasta el hartazgo, y levantar la vista para dejarte seducir por el paisaje…..¡¡el paisaje de tres países!!
Tantas historias se podrían contar como corredores toman la salida. Cada uno con sus motivaciones, objetivos más o menos ambiciosos, pero sin duda, con el trasfondo común del árduo trabajo que nos ha llevado meses, antes de viajar a Chamonix.
UTMB empieza el mismo momento en el que rellenamos el formulario de pre-inscripción para el sorteo.
No puedo jugar un partido de tenis con Nadal, ni conducir junto a Hamilton, tampoco nadar con Belmonte, pero puedo correr, o tomar la salida junto a los mejores corredores del mundo. ¡¡Esto es trailrunning, amigo!!
No hay ninguna carrera en el mundo que aglutine tantos medios de comunicación y periodistas especializados. ¿Que ofrece UTMB para desencadenar esa frenética y efervescente ilusión? Ni los hermanos Poletti hubiesen imaginado este contexto hace unos años….
El traseigo de runners en el que se transforma la -ahora- elitista población, es monumental. Comercios, restaurantes y hoteles saben que esa semana, sus ingresos se multiplican, y el ambiente de optimismo que se respira es inequívoco.
Paseamos por el centro de la villa, y no resulta extraño cruzarse con corredores de élite paseando con sus famílias, o acompañados del equipo o staff.
El UTMB es también punto de encuentro y escaparate para las marcas del sector, que no quieren perderse la gran concentración de corredores que toman Chamonix esos días. Por otro lado, el corredor sabe que posiblemente podrá encontrar «samples», prototipos o pre-series de modelos para el próximo año. Incluso algún corredor olvidadizo podrá comprar «eso o aquello» que ha dejado para última hora, y que podrá conseguir allí, con un módico descuento. En la feria del corredor, el visitante además podrá disfrutar con los stands de variadas y prestigiosas carreras, para llegar a su alojamiento con cantidad de flyers con los que podrá organizar, si es menester, la próxima temporada.
La carrera en sí, es un circo, un tinglado morrocotudo. Sin duda, el monstruoso presupuesto se nota; la infraestructura de la carrera es colosal. Reconozco no sin rubor, que una de mis afirmaciones al ver todo aquel montaje fué: «aquí pone pasta todo Dios». Se nota la experiencia ganada a base de años, y aún así, de una edición a otra, las mejoras son apreciables.
Siempre digo, que cualquier futuro organizador de carreras, debería ir primero a UTMB para ver cómo se hacen las cosas, y cuando haya visto como se organizan en todas sus variantes, se ponga a trabajar en su carrera, si todavía se atreve.
El UTMB es una carrera con devotos y fieles seguidores, y no pocos detractores, que ven un gigantesco negocio con precios de inscripción disuasorios.
Este 2018, la web oficial de UTMB, seguirá con cientos de miles de aficionados conectados para seguir la carrera on-line, para no perder detalle, y es que en la era de la sobreinformación, no queremos que nos lo cuenten, queremos vivirlo e interactuar en la medida de lo posible.
Volveremos a vibrar con la fastuosa salida, seguiremos a nuestr@s corredor@s preferidos, nos embelesaremos con las fugaces paradas en los avituallamientos, nos dejaremos deslumbrar por los prototipos que luzcan en carrera. Los tiempos de paso, y ritmos incomprensibles e inalcanzables para la mayoría de mortales, harán que idealicemos más, si cabe, a toda la élite. Aplaudiremos a los populares que crucen la meta, el laureado ganador se llevará los elogios de propios y ajenos, pero el último participante, con 46 horas en las piernas, se llevará nuestro reconocimiento y admiración.
Larga vida al UTMB.