Kilian Jornet resume la jornada de más de 30 horas que le permitió conocer en primera persona una ruta en la que llevaba tiempo soñando y de la que conocía muy pocos detalles, más allá de fotografías o descripciones en libros de alpinismo. La ruta a la cima del Everest por la arista oeste es la menos habitual debido a su tecnicidad y su prolongada exposición a la altura. Además, se trata de una ruta muy vertical, con un terreno expuesto de roca y hielo, a la que se enfrentó en solitario y sin oxígeno suplementario.
Como cuenta Kilian Jornet, esta vía fue abierta en 1963 y es conocida como el Corredor Hornbein en honor a uno de los alpinistas que la realizó por primera vez, lo que fue considerado un hecho histórico de gran relevancia para el mundo del alpinismo.
Kilian Jornet llegó al Himalaya el pasado 19 de abril acompañado de su familia. Juntos, subieron progresivamente de Namche (3.440m) a Pheriche (4.371) para poder aclimatar el cuerpo a la altura. Desde Pheriche, Kilian Jornet llevó a cabo 4 rotaciones que le sirvieron de entrenamiento y le ayudaron a aclimatarse.
En la última rotación antes del ascenso, llegó incluso a alcanzar el C4 del Everest (7.900m), algo que además le sirvió para conocer el estado del terreno y comprobar que tenía buenas sensaciones en altura. Así, el ascenso por la arista oeste ocurrió tras varios días de espera para conseguir una ventana meteorológica que permitiese llevar a cabo el ascenso en las mejores circunstancias, aunque la imprevisibilidad meteorológica es un factor que siempre hay que tener en cuenta en el Himalaya.
Así lo resume Kilian Jornet, con sus propias palabras, en la web de Nnormal:
No llegué a la cima de la montaña que tenía en mente, pero sí conseguí todo lo demás. Para mí es mucho más importante el cómo que el qué y, en este sentido, este ascenso al Everest fue perfecto. Fue como un gran rompecabezas en el que fui completando todas y cada una de las piezas menos una, la cumbre.
En 1963, el recientemente fallecido Tom Hornbein, junto a Willi Unsoeld, realizó la primera ascensión de esta ruta, la cual ahora puedo asegurar que es preciosa. Fue un placer seguir sus pasos durante unas horas. Mi ascenso comenzó por un corredor empinado que me llevó hasta la arista oeste del Everest. En ese punto, las condiciones eran horribles: hielo azul debajo con una capa superior de nieve profunda. ¡Durante 1000m estuve haciendo 2 pasos hacia arriba y uno hacia abajo!
Cuando llegué a la arista oeste hacía mucho viento, así que decidí refugiarme debajo de una cornisa durante 3 horas, para descansar y calmarme mientras disfrutaba viendo cómo la cola interminable de expedicionistas que eligieron las rutas tradicionales (la nepalí y la tibetana) avanzaban por su camino hacia la cumbre.
Cuando el viento disminuyó, continué avanzando por la arista oeste y atravesé un terreno mixto hasta los pies del corredor de Hornbein. Allí me sentí muy cómodo y las condiciones eran perfectas. Sin embargo, tras unos cientos de metros en el corredor, se rompió una bolsa de aire (que probablemente se había ido formando tras los fuertes vientos durante la mañana) y provocó una avalancha que me arrastró unos 50m. En este momento dudé si debía continuar o dar la vuelta, hasta que finalmente decidí que lo mejor sería regresar.
El descenso fue interesante: caían fuertes nevadas que me obligaron a usar la función “atrás” de mi GPS para poder encontrar el camino, ya que la visibilidad era de tan solo 2 – 3 m y mis huellas habían desaparecido bajo una profunda nevada. En definitiva, fue un gran día en la montaña en el que todo fue más que perfecto, excepto que no llegué a la cima.
Kilian Jornet llegó al Himalaya el pasado 19 de abril acompañado de su familia. Juntos, subieron progresivamente de Namche (3.440m) a Pheriche (4.371) para poder aclimatar el cuerpo a la altura. Desde Pheriche, Kilian Jornet llevó a cabo 4 rotaciones que le sirvieron de entrenamiento y le ayudaron a aclimatarse.
En la última rotación antes del ascenso, llegó incluso a alcanzar el C4 del Everest (7.900m), algo que además le sirvió para conocer el estado del terreno y comprobar que tenía buenas sensaciones en altura. Así, el ascenso por la arista oeste ocurrió tras varios días de espera para conseguir una ventana meteorológica que permitiese llevar a cabo el ascenso en las mejores circunstancias, aunque la imprevisibilidad meteorológica es un factor que siempre hay que tener en cuenta en el Himalaya.
Texto y fotografías: Kilian Jornet, NNormal.