Son las siete de la mañana. Más frío que ayer, 3 grados centígrados. Anoche, 10 de junio, nevó sobre las montañas de Denali donde hicimos noche. Es la imagen que sueña un esquiador en invierno en los Pirineos. La respiración del bosque se condensa en una franja de niebla sobre el skyline de pinos. Es tiempo de reflexión. Marcos Yánez y todo el equipo afrontamos la última etapa de este #RunForLeucemia hasta el Magic Bus, territorio salvaje de Alaska.
Los últimos kilómetros los cubriremos en helicóptero. Será un salto de diez minutos desde el final de la pista de tierra Stampede Road hasta el último refugio espiritual de Christopher McCandless. Su ejemplo vital descansa allí desde 1992. También Félix Rodríguez de la Fuente toma presencia. La estatua que lo homenajeaba en Anchorage (falleció en un accidente de helicóptero mientras grababa estos mismos paisajes y fauna) se retiró por unas obras y no volvió. El tiempo nos olvida a todos.
Rodeado por esta naturaleza tomo conciencia de que el paso hacia la libertad, si realmente va en esa dirección, debe dar miedo. Es un acto de fe de resultado imprevisible.
Hoy la lluvia puede ser un aliado; reduce las nubes de mosquitos y desanima a los animales para deambular en busca de alimento (así hay menos probabilidades de un encuentro crítico como el que hace dos días sufrió un ciclista con un oso, en la misma Stampede Road por la que correremos). Nuestra suerte está echada y el aire frío me despeja la mente, siempre a pleno pulmón.
A las ocho se produce un gran acontecimiento que ha hecho posible este proyecto: el encuentro por primera vez de Sandra Hinton, donante, con Jonathan León, 26 años, hijo de cubanos residentes en Miami y receptor de la médula ósea de Sandra. De fondo, la nevada de anoche sobre las montañas; sobre el lugar, muchísima emoción a flor de piel que el carácter anglosajón no logra contener. El frío, en contraste con el calor humano que desprende Jonathan, empaña sus gafas. Es el Mike, el marido de Sandra, quien se las limpia. Con ese gesto nace una nueva familia.
Ausente de la carga emocional del momento, la pequeña Paisley, de 20 meses, hija de Tess, que es hija de Mike, señala un ave que nos sobrevuela. Jonathan habla para nuestra cámara: “Estoy vivo. Estoy muy alegre y feliz”. Replica Sandra: “Mi corazón está encendido”. Marcos Cabrera, fotógrafo de la expedición, me confía un secreto a voces: “He sacado las fotos llorando”. Ahora sí tenemos la energía para afrontar la última etapa.
Stampede Road es una carretera hermosa que Marcos Yánez mira de lado a lado. El bosque se levanta a ras de asfalto y sabe que el ciclista escapó del oso al correr en zigzag, un movimiento que al plantígrado le cuesta seguir. Marcos corre por primera vez con el espray anti osos en la mano.
Pocos kilómetros carretera adentro, donde el bosque además de tupido es oscuro, Eoin Flynn se suma como acompañante de seguridad.
Al coronar una loma de la carretera, el ‘49th State’ desvela su belleza casi intacta. Naturaleza aún más salvaje, una locura sin fin de tonalidades verdes que prenden al tacto del sol con su postal de blancas cimas al fondo. Sobre el asfalto, en tizas de colores, ‘Run 4 Leucemia (un corazón) Vamos Marcos’. Linda Alexandre y Tori Fairhurst, representantes de Be the match, una organización estadounidense especializada en conseguir donantes, son activistas muy competentes. Más adelante ‘We (corazón) You’.
El final de Stampede Road se aproxima. El bosque espeso da paso a la llanura casi pelada de la tundra. Ya no hay asfalto y la emoción crece. Marcos imprime velocidad a su zancada y hace los últimos kilómetros a cuatro minutos. Sufre la acumulación de kilómetros en estos cinco días y grita. Sufre, pero no hay dolor. Hay rabia, orgullo y una recta final hasta el helicóptero en la que no va a fallar, porque su meta es la carrera por la vida, porque –como dijo ayer la superviviente Christy Youngblood- corre por los que hoy no pueden correr.
Una veintena de personas lo reciben en mitad de la nada, al borde mismo de donde el ser humano ha llegado como colectivo, desde donde sólo los individuos dan ese paso de fe para adentrarse en lo salvaje. Familias enteras en mitad de la nada y del todo, unidas para animar las últimas zancadas de Marcos en Alaska. El gran Mike, fuerte, animoso y bonachón, llora en libertad.
Entre el final de la carretera y la guagua hay una inmensa llanura de tundra anegada y ríos con el caudal crecido por las lluvias y el deshielo. La única forma de llegar al Magic Bus en esta temporada es por el aire. El piloto de Temsco Helicopters, Cameron Johnson, nos aguarda. Volamos hacia ese otro lado.
Aquí nada parece cómodo, ni la propia búsqueda interior que trajo a Christopher McCandless a este lugar que hoy figura en los mapas espirituales de muchas personas. Aquí no hay nada. Es decir, hay una guagua oxidada, una placa, muchos agujeros de bala en la chapa, objetos que simbolizaron cosas importantes para las personas que los trajeron y pensamientos escritos sobre la carrocería y en una libreta protegida por una bolsa de plástico.
Pero no hay respuestas. No las vi. O quizá es que para encontrar esas respuestas debes vencer el miedo a dar ese primer paso hacia la libertad y andar tu propio camino. No llegar, sino andarlo. Marcos lo hizo y escribió sus pensamientos sobre la piel del Magic Bus. Quienes tengan la voluntad de llegar hasta aquí por un sueño podrán leerlos.
El equipo en Alaska ha estado formado por: Marcos Yánez (corredor y promotor del proyecto), Antonio Domingo Pérez (responsable audiovisual), Marcos Cabrera (fotógrafo), Mari Mar Vega (producción), Nani Viadero (producción y corredora de seguridad), Eoin Flynn (traductor y corredor de seguridad), Edgar Granados (operador de dron), Sara Solana (doctora), Montse González (producción) y Magec Montesdeoca (periodista).
El reto deportivo y humano
El proyecto #RunForLeucemia’ de Marcos Yánez se desarrolló entre el jueves 7 y el lunes 11 de junio de 2018 a través de los bosques de Alaska. Una carrera en solitario de 300 kilómetros en cinco etapas. El objetivo era concienciar a las poblaciones española y estadounidense sobre esta enfermedad y conseguir 3.000 nuevos donantes de médula ósea, con la colaboración de la organización Be the match (http://join.bethematch.org/Marcos).
La primera etapa comenzó en Eklutna Lake. La quinta etapa concluyó en el Magic Bus de Christopher McCandless (fallecido allí en 1992) que inspiró la película ‘Hacia rutas salvajes’.