Normalmente cuando escribo sobre un corredor lo suelo hacer desde mi conocimiento personal, tirando de recuerdos, datos, o anécdotas. En este caso quería hacer algo más, buscar en la persona en sí, para ello he tenido que buscar ayuda y, como siempre, he tirado de teléfono, he llamado a un amigo (así lo considero yo, aunque hayamos tenido poco trato) para que me eche una mano.
A Eneko Aliende lo vi por vez primera en Selva de Oza, en la Boca del Infierno, ni sé los años que hace. Después nos encontramos en este mundo de las carreras por montaña gracias a que yo organizaba la Kanpezu-Ioar y Eneko, y otros muchos más, me echaron una buena cantidad de manos. Cuando pensé en Jokin, inmediatamente se me fue el pensamiento en Eneko, porque siempre he sabido de la relación que tenían los dos, algo más que las carreras por montaña, algo más que compartir competiciones, cada uno a un lado de la competición, pero compartiendo una idea parecida.
De hecho, Eneko terminó, cosas del destino, como seleccionador de la brillante Euskal Selekzioa, la Selección de Carreras por Montaña de la Federación Vasca (EMF-FVM) que tan buenos momentos nos ha dado, y nos da, a este deporte. Y terminó en ese puesto gracias a Jokin, que tenía una mirada muy particular sobre esta especialidad y la selekzioa: “miraba siempre al grupo, además del resultado, le importaba la confianza”.
Es curiosa su faceta de entrenador, entrenaba a sus rivales, le decían, pero él pensaba en el colectivo, pensaba en este deporte, no pensaba en ellos como rivales, si no como compañeros de carreras, estaba allí para ayudarles.
Es este sentido llama la atención su filosofía de las carreras, siempre se lo tomó como una manera de disfrutar, como un pasatiempo, nada profesional. Y eso que fue el primer vasco en ganar una carrera de la Copa del Mundo, allá por el 2009, la Chaberton Maraton, justo por delante de Paolo Larger, que quedó segundo en la Zegama de ese año, y tercero en Italia, Ricky Lighfoot, ganador de la Zegama ese mismo año. ¡Qué curioso es este deporte! Un chico de Urnieta, un pueblo de poco más de 6000 habitantes gana una prueba de Copa del Mundo, es el primer vasco, y el primer vasco que baja de las cuatro horas en la Zegama. ¿Qué significa esto? Pues que llega a ser muy conocido en Euskadi, dentro del mundillo de las carreras por montaña y por toda Europa, con especial relevancia en Italia, allí era muy conocido, querido y respetado.
En Italia sucedió algo inesperado, no buscado, fruto de la normalidad para Jokin. En una carrera sube al podio, entre otras cosas le regalaron una cesta con productos, productos que Jokin regaló a la gente de la organización a los voluntarios, lo compartió todo con ellos. Este hecho, su forma de ser, hizo que fuera muy conocido, muy respetado.
¿Y de dónde viene Jokin hasta que lo vemos por el monte, por las carreras? Pues viene del ciclismo, además de ser un amateur muy bueno, con un motor excepcional, un físico fuera de lo común, genética pura, y una cabeza muy bien amueblada. Valoró la situación y decidió que era más importante estudiar, se sacó la carrera de IVEF (Ciencias de la Actividad Física y el Deporte) y se puso a trabajar. Uno de los trabajos es ser entrenador de corredores de montaña, de muchos, por sus manos ha pasado lo mejor que te puedas imaginar: Manu Merillas, Nuria Picas, Aritz Egea, Oihana Kortázar, toda la Euskal Selekzioa…con una idea siempre: calidad. Así planificaba los entrenos: menos, es más; entrenos de calidad. Los resultados, pues ya los hemos podido ver.
Patra Núria Picas «Jokin es uno de los grandes maestros que nos ha regalado el trail en nuestro país, no tan solo como corredor sino como entrenador. Además, ama la montaña, la siente y forma parte de su ser, y eso se nota. Lo hace más fuerte como corredor e invencible en determinadas situaciones adversas. Lo demostró cuando tuvo aquel fatídico accidente en plena competición, donde se lo tragó literalmente la tierra y su vida tambaleó por unos instantes. Jokin nos demostró a través del deporte que no todo es ganar, si no también es levantarse y luchar. Lo definen valores como la resiliencia, la fuerza de voluntad, el compromiso y la lealtad. Como persona es un diez, y tengo la suerte de haber sido su pupila durante un período de tiempo en mi carrera deportiva. ¡Mis éxitos son tuyos, gracias por tanto amigo!»
Aritz Egea, preguntado sobre Jokin: «un referente por la forma de entender la vida». Manu Merillas nos confiesa que «ha sido la única persona capaz de entrenarme». Para Oihana Kortázar, «lo he conocido como entrenador, para mí es una persona que te hace darte cuenta de la suerte que tienes por las cosas que tienes en la vida, incluso aunque a ti no te parezca, relativiza las cosas mucho y da importancia a aquellas que son importantes. Me enseñó a disfrutar con lo que hago, a no obsesionarme y no tener tonterías. Te hace usar el sentido común, te mantiene los pies en la tierra. Es un tío noble, honesto, leal, una buena persona, sin ambages, te dice las cosas claras, es un ejemplo, para mí, porque no se anda con rodeos, nada de fachada, todo honestidad, y eso es lo importante para mí.»
Es curioso que, si le preguntabas para que te entrenase, para un popular, te recomendaba que no merecía la pena, “para un popular, un plan de entreno es una esclavitud. Sal al monte, a la naturaleza, disfruta” le dijo a Eneko cuando le sugirió que quería que le entrenara. Y es que Jokin es un entrenador duro, en el mejor sentido, y un lector de carreras impresionante. Le hemos visto en Zegama con un montón de gente detrás de él, que lo tomaban como liebre. Corredores mucho más rápidos que él que se “aprovechaban” de sus ritmos de carrera, de sus distancias, de su control de la situación, sabiendo que iba sufriendo, a veces sin uso de geles ni complementación. Corredores que luego aprovechaban para atacar. A él le daba igual.
Es una manera diferente de entender las carreras por montaña, la montaña, las relaciones sociales, la competición. Una curiosidad, a ese corredor de las trenzas (como muchos lo identificaban), tan carismático, le han llovido ofertas de todas las marcas, todas han sido rechazadas, solamente aceptó la llamada de la Euskal Selekzioa y Ternua. Esto lo vuelve a hacer diferente, seguramente en unos años y un contexto diferente, pero si le sucediera ahora, el resultado sería el mismo. No tendría marca, no tendría redes sociales, siempre ha dicho que eran “una esclavitud”. Diferente.
¿Quién está con él? No detrás. ¿Con él? Ainhoa, su mujer, hace el 50% del equipo, siempre le ha facilitado todo, son un equipo perfecto de dos, una pareja, un equipo, un binomio perfecto.
En 2018 cambia todo, es el año del accidente. No vamos a entrar en este suceso, pero conviene saber que la gente cercana a Jokin pensó que no era seria la situación, lo que pasó, se pensó que se estaba jugando con las vidas de los corredores, de la gente. Se dijo que se había salido del recorrido, no se asumieron las responsabilidades al principio, pasó de todo. Lo importante es que Jokin salió vivo de allí, con secuelas, pero vivo. Él es consciente de que perdió una vida allí, pero que le quedaba mucho por delante, mucho por vivir. Ahora es consciente de que su prioridad no son las carreras, en 2022 ganó la Basajaun Trail Race, una bonita carrera de 43 kms que se celebra en Galdeano, Navarra, por delante de Iñaki Olano y Xabi Zarranz, y volvió a pasar otro hecho que dice mucho de él: cuando le colocaron la txapela, se la regaló al organizador, que fue uno de sus rescatadores en el accidente de 2018.
Personalmente Jokin me transmite respeto, tranquilidad y me pregunto, muchas veces ¿cómo lo verán dentro de 30, 40 o 50 años? Seguramente no se acuerden de él, muchos no lo conocerán, no tendrá huella digital por no tener redes sociales. Pero dejará una huella muy profunda entre muchos otros corredores, algunos dirán: “había un tío con trencitas que corría mucho y era encantador, todos le respetaban”.
Texto: Raúl Leorza