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Gran Trail Sobrarbe. Gaspar Mora, vencedor en categoría Gran Trail. Crónica personal.

El 24 de junio se disputó una nueva edición del Gran Trail Sobrarbe. La prueba, que desde esta edición pasa a ser bianual, contó con 700 participantes en las distintas distancias. En la prueba reina, el Gran Trail, resultó vencedor Gaspar Mora, perteneciente a UltraLifeTeam.

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El 24 de junio se disputó una nueva edición del Gran Trail Sobrarbe. La prueba, que desde esta edición pasa a ser bianual, contó con 700 participantes en las distintas distancias. En la prueba reina, el Gran Trail, resultó vencedor Gaspar Mora, perteneciente a UltraLifeTeam, el club de Territorio Trail Media. Esta es su crónica personal.

Viernes 23 de junio de 2017
Con una ola de calor salimos de Benicàssim. Sin aire acondicionado en el coche. Con dos niñas. A 37C fuera. Una locura. Llegada a L’Aínsa. Recoger dorsal. Acostar a las niñas que con la novedad no querían dormir. A las 12 de la noche por fin empezar a preparar la mochila con material obligatorio, dorsal, geles, etc. Alarma a las 4:30 para estar a las 5:30 en la Plaza del Castillo.

Sábado 24 de junio de 2017
Con apenas 3 horas de sueño, suena la alarma a las 4:30 y empiezo el ritual de cada carrera. Mallas, camiseta, mochila con material obligatorio, dorsal, aplicación de vaselina anti-rozaduras, reloj, zapatillas, gorra, geles, etc. Desayuno un trozo de pan sin mucho apetito y salgo del hotel hacia la salida. Allí me encuentro a dos corredores que parece que van a su coche y les pregunto si me pueden llevar. Me he levantado sin muchas ganas de correr así que me quiero ahorrar el calentamiento de 10 minutos que hay desde mi hotel hasta la salida. Ya habrá tiempo de calentar en 71km. Me llevan en coche. Son dos chavales de Zaragoza muy majos.

En la salida empiezo a moverme un poco y estirar algo mi bíceps femoral derecho que me ha estado dando guerra últimamente. Vuelvo a repasar mentalmente el plan de carrera, empezar suave, ignorar completamente lo que haga la cabeza de carrera y guardar fuerzas para la mortal subida a la Cruz de Guardia bajo un pronóstico de 35C de temperatura. La organización anuncia que, por seguridad, la carrera no empieza hasta salir de L’Aínsa, hasta entonces hay que ir detrás de dos corredores de la organización que marcarán el ritmo. Me gusta ya que podré calentar en este kilómetro y medio.

Las 6 de la mañana. Un petardo y partes de la banda sonora de la peli 300 anuncian la salida de la carrera. Allá vamos por las empinadas calles medievales de L’Aínsa. Mi plan de calentamiento suave se va al garete al ver que los corredores «lanzadera» se ponen a 4:00min/km. No me alejo mucho de ellos para que no se meta demasiada gente delante que pueda hacer tapón en las secciones de sendero estrecho que vendrían en un rato. Calculo que tendría unos 30 corredores o así por delante cuando los corredores «lanzadera» de la organización se hicieron a un lado, momento que aproveché para darles las gracias por su esfuerzo.

Esta primera parte de la carrera es rápida pero no quise forzar ya que se salva más desnivel del que parece. Como planeé, me olvidé de lo que pasaba con los corredores por delante y me enfoqué en disfrutar del amanecer en la comarca del Sobrabe y mis queridos Pirineos. Conforme pasaban los kilómetros hasta Badaín, unos 25, fui pasando a algún que otro corredor. Calculaba que iría entre el 10 y el 15. Pero al salir del trail y llegar a la carretera de Badaín cometí el error de girar hacia la izquierda cuesta abajo ya que el track del reloj GPS así lo parecía indicar. Al rato me di cuenta del error y volví a subir hacia arriba hasta el punto donde había girado. Ahí me encontré con otro corredor que me dijo que era para la derecha y subimos juntos. Así llegué a Badaín sin saber si había perdido muchas posiciones o no (en realidad llegué el octavo, pero eso lo sé ahora).

A partir de aquí empezaba la carrera de verdad. La subida de casi 1200m de desnivel hasta el Ibón de Plan. Pocas subidas tienen un premio tan espectacular como las vistas desde ese punto, imposible no subir con ansia y alegría y así lo hice. Además en Badaín acababa de darse la salida de la distacia maratón de la carrera así que la subida estaba llena de los corredores más lentos. El tener que adelantar constantemente en un sendero estrecho me hizo que incluso tuviera que ir un punto por encima del ritmo que quería llevar, ya que la gente muy amablemente se echaba a un lado inmediatamente para que pasase y había que hacerlo rápidamente para no entorpercerles a ellos. También era complicado distinguir quiénes éramos de la Ultra y quiénes de la maratón, así que muchas veces había que preguntar. Con ritmo alegre pasé a algún que otro corredor de la ultra pero seguía sin tener claro en qué posición iba al llegar al Refugio de Labasar, justo antes del Ibón de Plan (a posteriori veo que llegué tercero). En las palas finales antes del refugio tuve que bajar el ritmo y empezar a caminar por primera vez. Si no quería reventar espectacularmente tocaba conservar. En el bellísimo Ibón me paré para la foto de rigor que pone la organización. Las sensaciones seguían siendo buenas y no me sentía excesivamente castigado de cuerpo.

Ahora tocaba ponerse las pilas y concentrarse a tope. Era el momento de la brutal bajada técnica hasta Plan. Necesitaba mantener toda mi concentración para evitar esguinces (a los que soy muy propenso), resbalones o golpes bajando que diesen al traste con la carrera. Pero me encantan las bajadas así que tampoco quería sacrificar tiempo. De hecho, tengo la sensación que tratar de frenarme en exceso me supone un mayor esfuerzo físico y castigo a los cuádriceps. Así que me marqué un ritmo disfrutón pero no muy agresivo durante la bajada. Aún así se me hizo larga y llegué a Plan muy tocado de piernas. Demasiado tocado como para plantearme pelear nada. Seguiría con mi plan de hacer mi carrera independientemente de los demás. Hasta este punto de la carrera había mantenido mi rutina de nutrición de un gel cada 30 minutos, además de algún picoteo en los avituallamientos (principalmente membrillo, que me encanta), pero llegando a Plan el estómago me dijo basta. No pintaba bien la cosa.

Sin embargo tenía un as bajo de la manga, en el avituallamiento de Plan me esperaban mis dos hijas con mi mujer. Ver a la pequeñaja de un año y a la mayor de 3 era todo lo que necesitaba para recomponerme. Me cargué de agua hasta los topes y me despedí de ellas hasta la meta en Bielsa. Ya nada podía detenerme para acabar la carrera y reencontrarme con ellas.

Además en Plan me habían confirmado definitivamente los rumores que venía oyendo desde el refugio de Labasar de que iba en tercera posición. No podía estar más contento al saber que tenía opciones de podio. Un tercer puesto y entrar en el cajón sonaba fantástico así que me animé bastante. Sin embargo la cruda realidad de la «subidaca» a Gistaín me puso los pies de nuevo en la tierra. Tocaba andar y centrarse en simplemente llegar a meta al margen de todo y de todos. El calor apretaba más que nunca y se hacía eterno el llegar al siguiente control en Serveto. Con las dos botellas de 600ml tenía siempre agua suficiente, en cada avituallamiento rellenaba a tope las dos y nunca me faltó una gota de agua (no suelo beber isotónicos). La comida seguía sin entrar y ya no pude seguir con los geles.

Pero a pesar de todo observaba que nadie me pasaba y sin embargo yo continuaba adelantando a gente que sabía que eran de la distancia maratón. Me fijaba en sus dorsales para ver si era alguno de los dos que tenía yo delante en la distancia Ultra. Al acabar de caminar la cuesta a Gistaín pude volver a correr y disfrutar del sube-y-baja hasta llegar al control de Serveto. Seguía en tercera posición y me informaron que tenía a escasos minutos al segundo, pero me era indiferente ya que mi pelea era por la tercera plaza que ya había asumido me sabría a gloria si la lograba.

Pero tocaba enfocarse en la parte más dura de toda la carrera. La subida a la Cruz de Guardia con un calor infernal de más de treinta grados sin sombra para cobijarse. De nuevo bebí todo lo que pude en Serveto y rellené de agua las dos cantimploras. Empezaba lo duro de verdad ahora. Con tímidos trotes seguí superando a corredores de la maratón hasta que la pendiente me hizo volver al power-hiking (que suena mejor que la realidad, o sea que iba arrastrándome caminando y jadeando). También empecé a alcanzar a algunos corredores de la distancia «Trail» (22km saliendo de Plan).

Así que andando y jadeando como un animal afronté la subida final a la Cruz de Guardia. A mitad de subida alcancé a un corredor que desentonaba un poco con los de la distancia maratón y mucho más con los de la distancia «trail» (los más lentos). No sé porqué pero sin verle el dorsal pensé que debía ser el que iba segundo. Era difícil juzgar si iba más castigado que yo. Pero pensando que una tercera plaza era la leche, no quería ni imaginarme lo que sería para mí hacer segunda posición. Así que me animé a mantener el ritmo y el jadeo hasta el collado de la Cruz de Guardia. Llegar a él suponía acabar la carrera ya que sólo queda una bajada, dura, muy dura, pero bajada al fin y al cabo, hasta la meta en Bielsa.

Y entonces en la Cruz de Guardia me dice la organización que el primer clasificado ha salido hace un minuto o así. Ahí tomo una decisión irracional. Mi especialidad son las bajadas. Voy a bajar a tumba abierta ahora. A todo lo que dé la máquina. Voy a pillar al primero sí o sí. Voy a ganar esta carrera.

Así me lanzo cuesta abajo como un poseso. En las zonas más técnicas y escarpadas del principio veo que voy un poco fuera de control pero no me quedan muchas fuerzas para tratar de corregir las zancadas. A gran velocidad y sin fuerzas tras 62km de montaña tengo que medir bien cada pisada y cada giro, no puedo permitirme el menor error. Además hay otro factor, el sendero minúsculo está plagado de corredores lentos de la distancia «trail» y excursionistas que suben desde Bielsa. Ninguno de ellos espera encontrarse a un loco corriendo a toda tralla colina abajo sin apenas tiempo para apartarse. Pero saben que hay una carrera en marcha y mis avisos a distancia gritando «Permisoooo» hacen que no sólo se hagan a un lado cediéndome el paso si no que me dan ánimos al pasar para acabar la carrera y dar caza al primero. Sin duda lo más grande de toda la carrera, gente a la que estoy agradecidísimo por su gentileza.

Pero con las piernas desgastadas es imposible no cometer errores en la bajada. Acabo golpeándome varias veces los tobillos y pies contra piedras y rocas pero por suerte no me tuerzo nada y puedo aguantar el dolor, cegado por la ilusión de alcanzar al primero.

Entonces, a mitad de bajada, de nuevo veo a un corredor que desentona de los que estoy viendo por el ritmo rápido de bajada que lleva. En una revuelta se da cuenta de mi presencia y de que me estoy acercando rápidamente. Noto como intenta acelerar el ritmo para evitar que le alcance. Pero es una bajada traicionera y trastabilla un poco en una zona difícil por lo que reduce el ritmo de nuevo un poco. Obviamente tomó la sensata decisión de llegar vivo a Bielsa y son esas cosas de tener cabeza de las que debería aprender yo (me quedo con esa lección de él y le doy las gracias por ello). Sin embargo yo seguía obsesionado y concentrado en mantenerme al límite de todo lo que podía dar en ese punto de la competición. Mi ritmo era más alto que el suyo pero los dos íbamos rápido en una zona llena de peligros. Me era imposible adelantarle en semejante descenso estrecho ya que necesitaría un puntito más de gas (del que carecía) para efectuar el adelantamiento con seguridad. Pero de nuevo, su honradez y caballerosidad salió a la luz y viendo que yo iba mucho más rápido, se hizo a un lado y me dejó pasar. No puedo si no quitarme el sombrero ante él. Quedarían 6km para meta.

Pero en cualquier caso, aún no estaba seguro que éste fuese el primer corredor al que trataba de alcanzar para ganar la carrera así que no bajé el ritmo ni un ápice mientras le daba vueltas a si sería o no, ya que no había podido ver su dorsal. Estos pensamientos me llevaron a cometer el grave error de perder la concentración unos instantes. Justo unos instantes en que adelantaba a una persona, que se apartó un poquito menos de lo que yo mal calculé, de forma que mi centro de gravedad se salió más de la cuenta de mi trazada y caí rodando al suelo. Era algo inevitable si estaba jugando con fuego tal y como estaba haciendo. Totalmente mi culpa. En la caída me golpeé brazo, hombro y cadera, pero lo peor fue que el gemelo izquierdo se me enganchó con un tirón y se puso duro como una piedra. Rápidamente me puse a golpearlo con el puño para distenderlo un poco y con rabia por el error me tiré de nuevo cuesta abajo cojeando, ignorando todas las señales de alarma y dolor de mi cuerpo. Ahora sabía que nada me iba a detener hasta la meta. Ni siquiera los calambres de abductores que empezaron a aparecer en los brebes sube-y-baja de los últimos kilómetros, y que me obligaron a soltar el pedal de gas para mantenerlos a raya. Lo mismo con el dolorido gemelo. Mi cerebro trabajaba al 100% en todas estas variables, procesando el terreno, recalculando cada pisada en función de la señal de alarma de cada extremidad en cada momento.

Por fin veo Bielsa, a un kilómetro y pico, queda una ligera subida hasta el pueblo, por pista. No tenía la certeza de si iba primero o segundo, aunque el alma me decía que iba a ganar. No veo a nadie por delante ni nadie por detrás así que no necesito acabar al sprint. Un alivio. Pero estoy en «la zona» aunque mis pulmones y corazón van enloquecidos, y sigo corriendo. No me quedan piernas pero soy el más feliz del mundo. No existe nada más que la meta que me espera a unos cientos de metros entre las calles adoquinadas de Bielsa, con mis niñas esperándome.

Y ahí las veo. Salen corriendo hacia mí, primero la mayor a la que cojo en brazos. Luego a la pequeña que cargo en el otro brazo. Voy a entrar con ellas en la meta de la Ultra Trail del Sobrarbe tras 71Km y 4000m de desnivel positivo. Las piernas ya no duelen. El corazón no late de fatiga sino de alegría. Ahora mis hijas forman parte de mi momento y los tres pasamos por el arco de meta en primera posición donde espera mi mujer. Ganamos la carrera. Los cuatro.

Enlace a la ruta en Strava:
https://www.strava.com/activities/1053368723

Post original en www.gmora.com

 

 

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