Tras el paron en el calendario de 2020, el próximo sábado 20 de noviembre a las siete de la mañana se dará el pistoletazo de salida en la Barcelona Trail Races. De esta octava edición cabe destacar que se ha invertido el sentido de carrera de los últimos años. Igualmente se han realizado pequeñas modificaciones del recorrido, manteniendo el equilibrio y la esencia de años anteriores pero adecuándolo a la nueva normativa del Parque de Collserola. Todos los avituallamientos se encuentran en áreas de recreo del Parque, excepto el del Papiol que está junto a la población.
La salida y la llegada se mantiene en el Velódromo de Horta, en la misma capital de Barcelona, ofreciendo espectáculo desde los kilómetros iniciales. Los participantes encararán las primeras rampas de subida al amanecer y tendrán el privilegio de ver salir el sol por el mar antes de adentrarse en la Sierra de Collserola.
Se prevé una participación de más de 500 corredores que afrontarán este ultra de 77 km y con un desnivel de 2900 m. La participación puede ser en modalidad individual ‘solo’ o por equipos de relevos. Esta última permite compartir el recorrido entre grupos de amigos, clubes o empresas, así como realizar distancias más cortas y accesibles.
La Barcelona Trail Races , antiguamente llamada Gran Trail Collserola, nació en 2013 con el objetivo de hacer conocer el pulmón verde de la ciudad de Barcelona y que, desgraciadamente, ha visto restringido su aforo con el paso de los años por la normativa del mismo Parque. El encanto de correr entre el mar y la cordillera litoral no tiene precio y es un auténtico privilegio poder disfrutar de esta maravilla al lado de una gran ciudad.
La fisonomía de la perueba también se ha ido transformando. Si bien los primeros años podíamos disfrutar de diversas modalidades de carrera, en 2017 consolidó una única opción: un circuito en forma de bucle de 76 kilómetros y con un desnivel positivo de 2.600m través de los rincones más emblemáticos del Parque Natural. Aunque su recorrido puede parecer fácil, representa un auténtico rompepiernas, acumulando una cuarta parte de su desnivel en los últimos quince kilómetros