«Entrenaba un día y pasaba los tres siguientes con dolor. Paraba dos semanas a ver si se me pasaba. Corría una semana y después, lesionado. Cero continuidad». La no rutina de Carlos Mayo en 2018, su ‘annus horribilis’. Doce meses en los que la incertidumbre se adueñó de su cabeza e hizo peligrar la carrera del penúltimo gran talento del fondo español. Aunque el zaragozano, médico de formación, vio la luz al final del túnel y ha acabado ‘doctorándose’ en la larga distancia en este 2020, el más difícil de la historia: ha hecho suyos el cross y la ruta. Para 2021 apunta a la pista y el sueño olímpico en los 10.000 metros.
«Durante la lesión, psicológicamente lo pasé mal. Era complicado tener estabilidad«, admite Carlos Mayo. «Lo peor fue la incertidumbre, el no saber lo que tenía«. Replantearse sus decisiones. Si había escogido el camino correcto o se estaba equivocando por completo. «¿Podré dedicarme plenamente al atletismo?«, se repetía sin poder correr, mientras sus compañeros de la facultad de Medicina ya habían empezado a preparar el MIR al que él había renunciado. «Y yo con un dolor en la rodilla derecha que no sabía lo que era. Me veían los médicos y no sabían lo que tenía«. Así durante más de seis meses. Al Europeo de Cross de Samorín, en diciembre de 2017, ya llega lesionado. «Había corrido Atapuerca de milagro, porque estaba cojo. Corrí porque me había preparado y, como compitiendo doy el 100%, me concentro mucho y me olvido de los dolores«, recuerda Mayo. Una y no más, dijo. Del Europeo de Cross, ni hablar. Pero los médicos no ven nada grave y se retracta de su decisión: es quinto entre los Sub-23 y de nuevo cojea. Correr, parar, correr, parar. Hasta que en febrero, tras finalizar segundo en el Cross de Cáceres, se planta: «Aquí tengo algo que la gente no está viendo, algo que no es común«.
«Después cincuenta mil diagnósticos, en mayo de 2018 el Doctor Guillén me dijo que era una plica sinovial. Intentó infiltrarme un par de veces, pero al final me tuvo que operar«, explica el zaragozano. Así llegamos a finales de agosto, casi diez meses después de las primeras molestias. «Más luego la recuperación de la operación… No salí del pozo hasta diciembre«. ¿Tanto tiempo? «Es que, a pesar de que la operación fue bien, se me hinchó la rodilla y tuve un dolor que me recordaba al de la lesión. De repente, un día en diciembre, en Madrid, corrí completamente sin dolor y ya pude empezar a entrenar poco a poco«.
Luego llegó el 2019 de la paciencia, de no precipitarse ni querer correr más rápido cuando el cuerpo no estaba preparado. «Eso me lo tomé con más calma«, señala Mayo. «Sabía que tras tanto tiempo parado me iba a costar regresar. Y es que uno de mis principales problemas es el peso: lo gano muy rápido entre mi constitución y lo que me gusta comer. Estaba pasado de peso y mal de forma«, reconoce. Aun así, se acercó el verano y Carlos se notaba bien entrenando, «lo suficiente como para hacer marca personal» en 5.000m. Le cerraron la puerta de la reunión de Heusden-Zolder, en Bélgica, y no le salió la carrera ni en Huelva (13:46.69) ni en Barcelona (13:49.50) ni en Castellón (13:55.27). «Me encontré mucho peor de lo esperado«, admite. Por ello renunció al Campeonato de España, para centrarse «en entrenar, recuperar ese verano y preparar bien la temporada de invierno y el supuesto año olímpico que llegaba, que era lo más importante«. A la vista está que la decisión fue más que correcta.
Y es que en la siguiente temporada invernal Carlos Mayo rompió definitivamente en el atleta que apuntaba como Sub-23. Fue séptimo en Atapuerca y decimocuarto en el Europeo de Cross de Lisboa, en su debut como absoluto, a pesar de arrastrar unas molestias en la cadera que le habían hecho llegar a Portugal con dudas. «Conseguí solucionar el dolor y luché esa carrera como nunca. Sufrí muchísimo, pero logré salvar el resultado con creces«. En esa proyección inició el 2020 con muchísima fuerza, dispuesto a comerse el mundo. «¡Buah, muy bien!», exclama al recordar los primeros meses del año. «Por fin se recogían los frutos de todo el trabajo realizado desde que desaparecieron las molestias un año antes. Las sensaciones eran muy muy buenas y me salió todo incluso mejor de lo esperado«, reconoce con alegría y orgullo el zaragozano. Terminó cuarto en el Cross Zornotza de Amorebieta, octavo en Elgoibar y sexto en Itálica. Además, amarró la mínima en 3.000m para el Mundial de pista cubierta con una marca personal de 7:49.82 en Valencia.
El resultado que más le sorprendió a Mayo, sin embargo, fue en la ruta, en los 10km Donostía Gimnástica de Ulía. «Justo habíamos subido a Bronchales a preparar el Campeonato de España de Cross y habíamos dejado un poco las competiciones. Lo de Ulía surgió y fui tras haber entrenado dos semanas en altitud metiendo caña, y me salió esa pedazo de carrera«, recuerda. Una victoria en 28:15 que le colocaba séptimo en el ranking histórico nacional y que le dio confianza para el Nacional de campo a través, una cita marcada en rojo en su calendario. Primero por celebrarse en Zaragoza, su ciudad de adopción (nació en Madrid), pero que siente como suya propia (se trasladó a los tres años y hasta ahora). Segundo, porque se trataba de su primer Campeonato de España de Cross desde la lesión, y a Mayo le une un vínculo muy estrecho con la disciplina del barro y las cuestas: «Empecé haciendo campo a través y para mí durante muchos años el atletismo era el cross. En categorías inferiores nunca me planteaba un campeonato internacional de pista. Solo conocía el cross, sabía que había Europeo de Cross en diciembre y no me había planteado nada más. En el campo a través es donde he aprendido a correr y donde mejor me siento corriendo; le tengo un cariño especial«.
Carlos y su amigo y compañero Toni Abadía llevaban semanas planeando la carrera, concentrados en Bronchales. «Hablábamos de ello continuamente. De cruzar la meta primero y segundo, y aunque evidentemente ambos queríamos ganar nos daba igual quién fuera el campeón si el otro llegaba justo después porque lo íbamos a sentir como un triunfo. Soñábamos también con una medalla con la selección aragonesa, histórica porque nunca se había logrado«. Y salió todo.
Mayo campeonó con una autoridad insultante y Abadía le acompañó en el segundo cajón del podio, llevando a Aragón a ganar la plata por equipos. «Fue mi mejor día. Salimos enchufados desde el primer momento y nos conseguimos escapar. Quizás demasiado enchufados«, reflexiona ahora Carlos, a quien se le hizo «muy dura» la carrera hacia el título. «Al final sufrí porque el ritmo que impusimos de inicio fue muy intenso«.
Debut estelar en la media
Tras tocar el cielo de Zaragoza con la punta de los dedos, el infierno. Esta vez no en forma de lesión, sino de pandemia global. Como el resto de españoles, Mayo se vio de la noche a la mañana confinado y sin poder preparar los Juegos ni atacar la mejor marca española de 10km en Laredo. «Pasé de estar supercontento a muy triste. Pensando que se iban a mantener los Juegos y que la situación iba a ser a corto plazo, lo primero que hice fue conseguir una cinta. Entonces se anunció la cancelación y, aunque fue muy duro, piensas en todo lo que se está viviendo y ves que el atletismo no era la prioridad ni los Juegos Olímpicos viables«.
Entrenando en el pasillo rodante, Carlos Mayo mantuvo «muy bien» la forma, pero pronto se encontró con una molestia en el pie derecho «fruto de correr en la cinta por la falta de costumbre«. Decidió entonces renunciar al 100 Campeonato de España, al que no hubiera llegado con todas las garantías, pensando «ser cauto y prudente y en preparar el invierno y la temporada olímpica con más cuidado«. Miraba al Europeo de Cross, su campeonato fetiche, ese en el que suma tres subcampeonatos, dos como Sub-23 y otro como Sub-20.
Finalmente, el Europeo se cancela y debutar en media maratón se convierte en una prioridad. «Valencia estaba planeada incluso desde antes del cambio de fecha, y en ese momento pasa a ser el objetivo principal del invierno. Necesitaba competir después de tantos meses«, afirma Mayo, que ha asimilado «muy bien» los nuevos estímulos que le demandan los 21.097 metros. «He doblado menos haciendo tiradas más largas y más kilómetros en menos sesiones. Había semanas que con ocho entrenamientos me salían más de 180 kilómetros, y no he notado en ningún momento la sensación de ir al límite del cansancio. Está claro que en un futuro la maratón y la media son mi terreno«, explica.
Y es que su estreno en los 21km es difícilmente mejorable. «Viendo lo que se había corrido en España me planteaba estar en torno a 1:01, segundos arriba o abajo. Toni (Abadía) confió más en mí y me dijo que me veía para mejorar holgadamente su marca (1:01:15) e incluso para bajar de la hora, pero yo no me quería meter semejante presión, pensar en ello era demasiado osado«, asegura Mayo. Pero la realidad de Valencia dictó que no era tan descabellado. El zaragozano paró el reloj en 1:00:06, firmando el mejor debut de un español y colocándose segundo de todos los tiempos, a solo catorce segundos del mítico Fabián Roncero (59:52).
Con todo, la carrera no fue perfecta para Carlos, que veía «complicado bajar de 1:00:30 con lo lento que pasamos por el kilómetro 10» (29:00). «Sin embargo, conseguí correr muy rápido. Vi que el parcial del km10 al km15 había ido muy rápido, y ahí me entró falto. Tuve la sensación de frenarme algo, pero incluso subí el ritmo en ese parcial hasta el km20. Iba con todo lo que tenía en las piernas, más rápido no podía«, asegura. «Me alegré mucho al ver que iba a estar en torno a la hora, pero si hubiéramos salido más rápido igual hubiera conseguido el récord… O igual no habría podido correr tanto al final.» Mayo es ambicioso y ya apunta al récord de Fabián: «Te estaría engañando si no te dijera que puedo luchar por él en una carrera con un ritmo más estable y un poco más acompañado«. Sin embargo, es consciente de que no será sencillo: «He puesto el listón muy alto y no siempre salen las preparaciones tan perfectas. Y no creo que sea capaz de correr más rápido de lo que acabé en Valencia«. Además, antes de atacar los 59:52 Mayo tiene otro blanco en el punto de mira: «No es momento de desviar la atención del que es mi principal objetivo, ser olímpico. Después tendré el resto de 2021 por delante y siempre se puede plantear una media maratón. Es raro que vaya a intentar batir el récord de España antes de los Juegos. Nunca digas nunca, pero no nos vamos a plantear nada que no sea compatible con la preparación para Tokio«.
El ‘diez’, su gran baza olímpica
Pensando en los Juegos, Carlos Mayo jugará sus cartas tanto en 5.000m como en 10.000m: «La idea es prepararlos más o menos de forma paralela y, cuando se confirmen las carreras a las que pueda ir a por marca, afinar para una distancia o la otra«. Sin embargo, el fondista aragonés se ve con más opciones de sacar billete a Tokio en las 25 vueltas. «Es lo que hace pensar mi trayectoria, que en el ‘diez’ iría con más garantías y con posibilidad de hacerlo mejor en los Juegos«, explica el que fuera campeón de Europa Sub-23 y tercero en la Copa de Europa de 10.000m en 2017.
Para ganarse la plaza, Mayo tendrá que tirar de calculadora y un World Ranking «que genera más incertidumbre a los atletas«, pues la mínima de 27:28.00 es tremendamente complicada. «Si te la planteas como único objetivo puedes acabar frustrado porque es muy muy exigente. Yo no considero que tenga todavía nivel para lograrla, pero si en una primera carrera, sea en 5.000m (se piden 13:13.50) o en 10.000m, me acercara a la mínima sí que iría a por ella para garantizarme estar en Tokio«. Antes tendrá que mejorar sus marcas personales, «que no son reales» respecto a su nivel actual, pero siguen indicando 13:34.95 y 28:48.41, además de 28:06 en 10km en ruta el pasado 31 de diciembre en Barcelona.
La hoja de ruta de Mayo en el 10.000m pasa por dos fechas: el 10 de abril y el 5 de junio. La primera es el Campeonato de España de Fondo en Pista – Trofeo Ibérico y la segunda, la Copa de Europa que se celebra en Londres. «Ya no es solo que son dos buenas citas para correr rápido, sino los puntos que otorgan para el World Ranking, porque son dos competiciones muy valoradas«, apunta el zaragozano. «En el 5.000m es indiscutible el Campeonato de España, pues es difícil encontrar carreras que sumen tanto más allá de la Diamond League, donde es muy complicado estar arriba«.
Toni y Pepe, fundamentales
El despegue de Carlos Mayo no podría entenderse sin las figuras de Toni Abadía y Pepe Mareca, compañero y entrenador. Amigos ambos. «Han sido y son fundamentales para mí«, agradece Carlos. «Toni siempre había sido un referente para mí y, aunque apenas nos conocíamos personalmente, con 18 años le pregunté si podía unirme a su grupo de entrenamiento«, recuerda. Desde entonces su relación ha sido progresiva y ahora son íntimos amigos. Con Mareca, el flechazo fue casi inmediato: «Me cambié de grupo por Toni, pero una vez conozco a Pepe y su metodología casa mucho conmigo, es algo muy natural. No es estricto en sentido de que las cosas que te dicen tienen que ser así y punto, es muy flexible. Y es una forma de entrenar de la vieja escuela, no basada en muchos datos ni estudios. Solo correr, correr de equis maneras, que a mí me va muy bien, es clave«.
Entrevista de Miguel Olmeda
Publicada originalmente en web RFEA