La Zegama francesa, la icónica Skyrhune, la prueba que se ha celebrado durante diez ediciones en la localidad vascofrancesa de Ascaín, bajó el telón para siempre. Sara Alonso y Sylvain Cachard han sido los dos últimos vencedores de una prueba que deja de celebrarse por decisión propia de sus organizadores para mantener la esencia y su forma de ver el trailrunning. Algo que, dada la evolución de nuestro deporte, no se veían capaces de preservar.
Nacida en 2014, con 21 kilómetros de distancia y 1.700 metros de desnivel positivo, pronto se consolidó en el calendario francés y traspasó fronteras, colocando a Ascaín en el mapa del trail, especialmente por la espectacular animación de aumentaba año tras año. Al más puro estilo de la Zegama Aizkorri, cientos de aficionados animaban a los participantes durante todo el recorrido pero muy especialmente en los tramos finales de la ascensión al Rhune, el punto más alto y emblemático de la Skyrhune.
La decisión de la organización de poner fin a la Skyrhune se conocía en la primavera pasada. No era por falta de ganas ni por imposibilidad de continuar el proyecto. La organización explicaba que no quería formar parte de un sistema que «nos exigiría ceder en muchos de nuestros principios básicos. El dinero está ahora demasiado presente… y la única manera de ceder sería duplicar o incluso triplicar el precio del dorsal. Es algo totalmente opuesto a lo que creemos y no queremos formar parte ello. Mantendremos nuestras convicciones felices de haber organizado una prueba como la Skyrhune durante estos diez años».
En Libération, Nicolas Darmaillacq evoca al ogro UTMB , esta “locomotora que aplasta todo a su paso”. “¿Por qué engordar a toda costa? El UTMB cuenta hoy con 11.000 corredores y 50 carreras diferentes. ¿Pero para qué? », continúa el organizador, invocando el espíritu de una «carrera de pueblo». Desde su creación en 2014, el presupuesto de Skyrhune se ha triplicado hasta alcanzar hoy los 90.000 euros, “sin aumentar el número de corredores”, explica el organizador. Y lo caro no son los corredores, afirma, sino los servicios. “Hay un montón de profesiones que se están desarrollando en torno a las carreras, y el pastel debe ser mayor porque todos quieren vivir de su pasión. No critico que se quiera ganar la vida con ello, pero tiene consecuencias y, sin patrocinadores, es el corredor quien paga y lo rechazo”, afirma Nicolas Darmaillacq. Para él era impensable aumentar el precio de la inscripción a la carrera, fijado ya en 35 euros. «Ya lo discutimos largamente la primera vez, hace seis años, cuando pasamos de 15 a 25 euros, pero no se trata de ir más allá, el deporte debe ser accesible a todos, no convertirse en un privilegio de unos pocos». Entre 2018 y 2024, según una comparación realizada por el sitio especializado Outside.fr, el precio del dorsal aumentó un 60% para el UTMB, ahora a 400 euros, y un 23% para la Diagonale des fous, en la isla de Reunión.
Nicolas Darmaillacq expresa su enfado por la evolución de nuestro deporte. “Lo que me vuelve loco es que este sábado vamos a tener 80 no corredores, gente que tiene el dorsal y que ni siquiera va a tomar la salida porque se inscriben a las carreras sabiendo muy bien que no podrán hacerlas todas. Y nosotros habremos dicho no a un joven que se habrá estado preparando durante meses porque ya no tenemos dorsales libres.