Por Sergio Cuevas, colaborador de Territorio Trail Media
100 valientes nos dimos cita en la localidad leonesa. 22k con 1500+ era el objeto de esta quedada oficial de la Copa Diputación de León de carreras populares en su modalidad de montaña. La previsión de tormentas era el punto fuerte de los corrillos de corredores que calentaban por las calles de Besande. ¿Son aconsejables los bastones con previsión de tormenta? Dura decisión a tomar sabiendo que la prueba era complicada por el desnivel positivo al que nos teníamos que enfrentar.
Muy pequeña es la localidad leonesa de la que partía la carrera, tan pequeña como la inscripción a su carrera. Ocho euros costaba disfrutar de una prueba que te hacía correr y te sacaba lo mejor y lo peor de los cuádriceps en las bajadas.
El primer tramo, muy pistero, era favorable para que la carrera se estirara, como así lograron hacer los que venían a por el triunfo final. Después de 6 kilómetros de pista, avituallamiento (felicidades por el buen rollo que había) y pendiente dura para subir a lo más alto, con zonas muy lentas pero sencillas y otras más técnicas, pero todas ellas con unas vistas mágicas al valle que habíamos dejado en la salida.
Después de una trepada, y unos pocos metros más de ascenso, disfrutamos del cresteo por el Arbillos, con el imponente Espigüete, rey de la montaña palentina, controlando cada uno de nuestros medidos pasos. Bajada muy técnica hacía la falda del monarca mencionado, pero con una zona boscosa muy bonita.
Tocaba reponer fuerzas en el segundo avituallamiento, por cierto, muy bien atendido por unos expertos voluntarios, allá por el kilometro 12, para afrontar una de las subidas, para mí, más duras del recorrido. Un camino muy corredero, en zigzag, que desesperaba, pues las piernas dijeron basta y la vista alcanzaba a ver a los corredores en lo más alto, lo que desmoralizaba bastante. Gel, agua y sales y algo de recuperación para llegar arriba y afrontar la última bajada, técnica y dolorosa. Los calambres me impidieron dar más de cincuenta pasos seguidos, y los últimos dos kilómetros fueron un calvario.
Ya en meta, después de tres horas y cuarenta minutos de esfuerzo, belleza y compañerismo, se hace repaso a la carrera y se sacan conclusiones muy positivas: que este deporte es muy bonito, que la zona que comparten León y Palencia es muy bella, que hace falta ser más fuerte de cabeza y que la tormenta no hizo acto de presencia.
Eso sí, dos horas después de acabar, el cielo rompió a llorar por tener que esperar un año para volver a disfrutar de una prueba organizada con mimo.