Gorbeia Suzien, la autenticidad de una carrera con alma

Un recorrido por el parque natural del Gorbeia que atraviesa praderas de altura, crestas calizas, cumbres míticas, bosques de hayas, sendas con barro, largas bajadas y, sobre todo, una afición que se vuelca con los corredores. Una experencia que vivió en primera persona Carlos Velayos.

Después de varios años corriendo por el monte y habiendo participado en muchas carreras de montaña cada vez tengo más claro lo que busco cuando me pongo un dorsal. Y la clave es que la participación en una prueba organizada me aporte algo claramente distinto y mejor que lo que yo podría encontrar haciendo ese mismo recorrido por mi cuenta de forma independiente y/o autónoma.

Y para conseguir eso entran en juego bastantes factores. Algunos de ellos son objetivos y fáciles de medir como el número y calidad de los avituallamiento, el marcaje del recorrido, la seguridad y los medios de evacuación disponibles, los servicios para el corredor como duchas, masaje, cronometraje, seguimiento online, comida fin de carrera, recuerdo finisher, bolsa del corredor, etc; Y otros mucho más subjetivos y difíciles de ponderar, pero igualmente relevantes, como son el ambiente en la salida y en la meta, la forma de animar de la afición, la emoción que transmite la organización y la sensación de estar viviendo algo especial. Ahí reside el alma de una carrera y lo bonito de la Gorbeia es que tiene alma, sin olvidar que la organización cuida mucho todos esos aspectos objetivos que resultan impecables en esta prueba.

He tenido la suerte de haber estado en algunas de las metas más famosas de nuestro deporte: en Chamonix, en Limone, en Bagá, en Benasque, en la Palma o en Zegama. Y después de este fin de semana en Zeanuri no exagero si digo que en la Gorbeia Suzien se vive un ambiente que no tiene nada que envidiar a ninguna de esas grandes carreras. Y eso la hace especial y muy recomendable.

La carrera se celebra en el parque natural del Gorbeia y tiene su centro de referencia en la pequeña localidad de Zeanuri (Bizkaia) en el valle de Arratia. Todo el pueblo se vuelca en este evento y participa de una u otra manera para hacerla posible y eso se nota desde que llegas por primera vez a Zeanuri y te indican la campa en la que aparcar el coche y empiezas a disfrutar del ambiente festivo que se respira todo el fin de semana y que se mantiene en la reunión técnica donde se presenta el recorrido y a los favoritos, en la recogida de dorsales y en la conversación con cualquiera de los voluntarios o con los miembros de la organización.

Tanto en la bolsa del corredor, con una pequeña muestra de productos locales (Idiazabal y sidra) como en la fiesta en torno a la salida con una comparsa de Zanpantzar se demuestra el cariño que la organización tiene a su tierra y a sus costumbres, algo que se agradece en tiempos de globalización.

Y, si nos centramos en la carrera, lo que os puedo decir es que comienza con un pequeño tramo de 1,5 km de asfalto en el que se va muy rápido, demasiado, algo inevitable cuando hay tanta gente animando al pie del recorrido.

Durante los primeros 7 km se va ganando altura de forma progresiva y sostenida alternando pistas y senderos más o menos embarrados en los que se sigue encontrando gente animando de forma prácticamente ininterrumpida.

Entre el km 7 y el 12 tenemos unos kilómetros donde se alternan zonas llanas con subidas y bajadas cortas que avanzan por praderas de altura, las clásicas campas verdes donde vacas y caballos pastan a sus anchas, fáciles de correr, que se alternan con zonas más técnicas de piedra y tramos de cresta que nos llevarán hasta la base del Gorbea. La gente se sigue poniendo en zonas estratégicas para animar y, mientras escuchas “aupa, aupa txapeldún” vas sonriendo y apretando, intuyendo que ese esfuerzo acabará pasando factura más adelante. Ya digo que es difícil no forzar la marcha cuando hay tanta gente “empujando”.

La subida al Gorbeia son 2 km y 470 metros de desnivel por un terreno fácil de hierba que supone un calentón más para las piernas que cuando llegan a la icónica cruz de hierro de la cumbre llevan casi 1500 metros de desnivel positivo acumulado en 14 km. En mi caso llegué después de 2 horas y 50 minutos de carrera. La bajada es un sendero que se adentra en un bosque de hayas y se disfruta sin problemas, pero todo cambia cuando llega la tercera subida del día, la que te lleva a la cumbre del Aldamin, un pico más modesto en altura que su vecino el Gorbeia, pero más impresionante en su aspecto y que obliga a utilizar las manos en el último tramo de esta corta y explosiva ascensión de 2 km y 400 m de desnivel positivo que se hace algo agónica para todos y más en mi caso por la aparición de calambres que me obligaron a cambiar la zancada y a estirar para evitar quedarme bloqueado. Y tanto en la cumbre del Gorbeia como en la del Aldamin la gente sigue estando ahí, animando sin parar y buscando la sonrisa de los que andamos bastoneando y subiendo lo mejor que podemos, aunque sea mucho más lenta y torpemente que los primeros que a esas alturas ya han completado el recorrido entero.

El incentivo, sin embargo, ya es evidente. Coronar el Aldamin supone tener por delante una larguísima bajada que parece terreno favorable para correr, siempre y cuando las fuerzas y las piernas mantengan el tipo. El terreno es muy variado y tan pronto tienes piedra como prados o barrizales de los de hundirte hasta el tobillo. Eso es marca de la casa. No es fácil correr, a veces ni siquiera es posible caminar rápido, pero no deja de ser un tramo divertido en el que ya vas descontando kilómetros para meta.

La larga bajada solo se interrumpe por una última subida que nos espera en el km 28. Afortunadamente es corta porque pica mucho a esas alturas de carrera. Una vez superado ese último repecho solo quedan tres km de bajada y ahí las piernas ya corren por inercia, empiezas a escuchar el ambiente de meta y ya da igual lo cansado que vayas porque solo piensas en terminar. Una vez más tengo que destacar el ambiente que hay en meta y la afición que ovaciona a todos los corredores que van llegando que hacen emocionante el final del esfuerzo.

Algo más que hay que tener en cuenta es que esta carrera cuenta con trece (13!!) avituallamientos por lo que no es necesario llevar mochila con bebida o comida. Y que los tiempos de corte son exigentes, especialmente los dos primeros, por lo que hay que tener claro que en el primer tercio de carrera no te puedes dormir y que caminando rápido no vas a poder pasar los controles de los 120 y 150 minutos por lo que debes aprovechar todos los tramos favorables para correr y evitar quedar cortado.

Para los corredores populares esta carrera sigue siendo muy especial. Un recorrido por el parque natural del Gorbeia que atraviesa praderas de altura, crestas calizas, cumbres míticas, bosques de hayas, sendas con barro, largas bajadas y, sobre todo, una afición que se vuelca con los corredores y que te hacen vivir con emoción una experiencia muy especial como es la de correr en el País Vasco. En la Gorbeia Suzien se vive la montaña con autenticidad porque es una carrera con alma.

 

Texto: Carlos Velayos

 

 

Carlos VelayosGorbeia Suzien
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