Poco y mucho que contar del domingo, a priori, un día de transición, montando la zona de recepción a los corredores, que llegan mañana lunes. Iremos a recibirlos al aeropuerto.
Mientras pasamos un domingo de trabajo con tareas varias, aunque parezca mentira, el hecho de tener que redactar te obliga a informarte mucho más, el hecho de grabar nos obliga a tener mucho material de recurso, muchas imágenes que poder utilizar en cualquier momento y, pensando en eso, nos dirigimos a la ciudad a aprender un poco más de ella y de su forma de vida. Os podemos adelantar que es muy chocante.
El paseo por el Thamel turista te deja con ganas de más, para ello vamos más hacia el S de ciudad, paseando, buscando el Thamel de la gente local, y doy fé de que lo encontramos. Las fotos y los vídeos hacen idea de lo que puedes ver, pero los olores y el stress por el tráfico no os lo podemos transmitir.
Paso segundo, tomamos un lassi y visita a la plaza Durbar, ver cómo ha quedado tras los terremotos da bastante pena y visitar a varios dioses, uno de ellos vivo, nos deja muy asombrados.
Desde allí al templo Pashupatinath, aquí donde queman a sus muertos de manera pública, donde te enfrentas a una manera diferente de concebir la muerte, y la vida. Esto te deja u poco KO. El caos del tráfico de vuelta hace el resto, reunión técnica y cena, comida diferente, estaríamos así una vida entera.
El lunes llegan los corredores, la cosa se anima.
A priori puede parecer sencilla la recogida de cerca de cincuenta personas en un aeropuerto, pero si decimos que estamos en Katmandú la cosa cambia, y cambia mucho.
Salimos del hotel con tiempo suficiente para llegar un autobús y una furgoneta a recoger a los corredores al aeropuerto. El avión llega en hora, más o menos, pero los trámites administrativos duran cerca de dos horas y media, es decir, que te den el visado y recoger las maletas, acercan a los corredores al parquín a eso de las 13:00.
Tal es el barullo general de gente, caos circulatorio y trasiego de mercancías, que en esos escasos metros se puede perder cualquiera, y no es ninguna broma. Subidos todos a los vehículos y con los equipajes en los maleteros salimos hacia el hotel, el atasco es monumental, otra hora y media de bus para un recorrido que, en condiciones normales, suele ser de unos veinticinco minutos.
Llegada al hotel, por fin, recibimiento, entrevistas, fotos, etc..
Nosotros comemos y tenemos la reunión técnica definitiva, salimos a cenar y pronto de recogida, mañana nos levantamos muy temprano para ver salir el sol en el templo de los monos, Swayambhu, esto será otra cosa.