La 5ta Edición del Andes Race en Perú, se realizó este pasado fin de semana. El podio masculino de los 100K estuvo dominado por corredores Bolivianos.
“Esta es la 5ta edición y tuvimos casi 500 participantes, 87 extranjeros de 20 países” dijo el director de la prueba Claudio Castillo quien organizó las carreras en distancias de: 13k, 30K, 60K, 80K y la carrera más destacada la 100K. Cabe mencionar que las distancias de 13K y 60K fueron parte del Campeonato Nacional de Trail y Montaña, en el que alrededor de 80 atletas federados por la F.D.P.A. (Federación Deportiva Peruana de Atletismo) compitieron por el titulo nacional. Remigio Huamán se consagró como el Tri-Campeón, consiguiendo su plaza para el Campeonato Mundial de Montaña a realizarse en Patagonia. Así mismo, Dina Velasquez Rojas quien llego Top 5 en la general y fue la 1era mujer en los 60K.
Andes Race 100K ‘The Chaski Challenge’ es conocida como una de las carreras de Trail más difíciles de Sudamérica, pues cuenta con una elevación positiva de 6190m. Otorga 5 puntos ITRA (International Trail Running Association) y forma parte del Sudamerica Trail Series.
Es una carrera única e inolvidable pues en el recorrido se ven paisajes increíbles y al mismo tiempo se aprende mucho de la historia de los Chaskis, los mensajeros de la época del Imperio Incaico, además de la cultura del lugar.
Es importante señalar, que varias carreras que se organizan en Sudamérica, no cuentan con el apoyo necesario. Claudio Castillo RD y organizador de la prueba señaló: “ Para el Andes Race en específico, el apoyo más crucial creo que serían los medios internacionales para llegar a más corredores extranjeros. La base de corredores al menos en Perú es limitada en cuanto números y para hacer sostenible el Andes Race debemos apuntar a corredores internacionales. Actualmente nuestro ratio de corredores Nacionales/Internacionales es de 80/20 y para hacer sostenible estamos trabajando para invertir esos números.”
Los records de la prueba de 100K son:
- 2017: Stalin Carrasco 15:45:51
- 2018: Delbi Villa 16:04:32.
- 2019: Rodrigo Fernandez Ortiz 18:20:43
Este pasado fin de semana los Bolivianos dominaron el podio masculino de los 100K:
- Rodrigo Fernandez Ortiz 18:20:43
- Regis Fabien Miqueu 19:07:12
- Ramiro Loza Herrera 21:36:59
El podio Femenino de 100K conformado por:
- Martina Mara Borda Camargo – Perú 23:42:44
- Susana Mingol Paches – España 24:38:37
- Cecilia Malásquez Ramirez – Perú 25:32:04
Resultados 100K: http://www.andesrace.pe/100k-2019/
La peruana Cecilia Malásquez Ramirez 3er lugar 100K nos compartió su crónica de la carrera:
Andes Race 100k, un reto que me propuse hace poco más de seis meses pero un sueño que tengo desde hace dos años, cuando me inicié en este mundo del trail.
Mi primera ultra de larga distancia, el año pasado hice la versión de 60 kilómetros pero este año tenía que ser algo mucho más grande. Vaya que lo fue, fueron 100 kilómetros de mucho esfuerzo físico pero creo que sobre todo mental. Correr de noche y madrugada no es fácil, menos cuando tienes un clima tan frío como el de nuestro hermoso Cuzco, además, llegar a esas horas a picos de 4700 msnm y 4200 msnm fue todo un reto que costó mucho, pero se disfrutó aún más.
Durante una carrera larga, pasas por muchas etapas, al inicio mucha tranquilidad, mente clara pensando que son 100k en los cuales no puedes desesperarte ni darte el lujo de salir disparado porque kilómetros más allá te puede pasar factura la hazaña, más aún si es la primera vez que someterán a tu cuerpo a estas sensaciones. Seguía avanzando a paso fuerte pero controlado, llegaron los primeros 50k y dices «solo falta la mitad», para mí la mitad más dura, el cuerpo ya no reacciona igual, ya estás un poco más cansado y la cabeza comienza a trabajar en contra. Correr bajo el sol de la sierra también fue difícil, fueron casi 35k bajo un sol fuerte, mucho viento y aún 2 picos más por subir. Con 85k ya recorridos, ya ni piensas en el cuerpo o en si algo te duele o si tienes hambre o sueño, solo piensas en llegar y en lo increíble que está a punto de suceder…tu primera gran Ultra!! Llegar a esos 100 (103k realmente) ha sido mi mayor logro, mi mayor reto y mi mayor satisfacción, jamás pensé que luego de cruzar esa meta me quedarían fuerzas para sonreír, saltar y abrazar a cuanta gente estaba cerca solo para transmitirles mi felicidad y como la gran cereza del pastel, me sorprenden con un 3er puesto, un podio!!! Un podio en mi primera ultra!! Qué más podría pedirle a la vida? Fue la felicidad máxima.
Cien kilómetros mágicos de los cuales me llevo el mejor recuerdo, me llevo momentos que quedarán para siempre, amistades y compañeros de ruta que, aunque no sé ni sus nombres, estuvieron ahí para apoyarme así sea con un «vamos chica tu puedes». Siempre lo dije y siempre lo diré; el trail running saca lo mejor de cada persona, saca tu lado humano, tu lado solidario y sobre todo tu lado más fuerte.
Crónica del ganador de los 100K Rodrigo Fernández Ortíz:
2019: Cuando todo el podio masculino del Andes Race fue boliviano
Rodrigo Fernández Ortiz
“Nunca más vuelvo al 100K del Andes Race”, es lo que había prometido el 2017 cuando participé de esta prueba. El frío congelador, la altura asfixiante, la oscuridad abrumadora, la dificultad técnica del ascenso y descenso y la absoluta soledad en la que había corrido toda la noche, habían llevado al límite mi cuerpo, mente y espíritu. Aquella vez tuve miedo de morir.
Cuando a principios de este año me volvieron a hablar para ir al Andes Race, tenía dudas. No sabía si estaba dispuesto a someterme de nuevo al tremendo esfuerzo que significa hacer esa carrera. Yo sabía que el Andes Race 100k “no es chiste”, pero hubo tanto entusiasmo por parte de varios colegas corredores que creí que hacerlo acompañado, podría atenuar el periplo y hacer más ameno el recorrido. Así que rectifico mi promesa y decido ir.
Es viernes 30 de agosto y el “día D” ha llegado. No estoy muy entusiasmado, pero sé que tengo que estar firme como soldado a las 17:00 en Huarán. En la partida, somos siete corredores bolivianos en medio de algo más de una treintena de corredores de diferentes nacionalidades. Estamos nerviosos, ansiosos y tensos, pero no es momento de desánimos. Nos abrazamos, nos alentamos y nos encomendamos a los dioses para alcanzar nuestro objetivo compartido: atravesar el núcleo mismo de los Andes peruanos entre Huarán y Ollantaytambo completando 100 kilómetros de distancia con 6200 metros de ascenso.
Mi estrategia es simple y concreta: escuchar mi cuerpo y no correr solo durante la noche. Felizmente, mis amigos Regis, Ramiro y José Luis tienen un ritmo muy similar, lo que me permitirá compartir ruta con ellos al menos mientras dure la oscuridad.
Se da la partida y desde un principio Ramiro establece el ritmo de avance. Durante los primeros 15 Km con 1800 metros de ascenso, mantuvimos un ritmo “acelerado” (5.5Km/h aprox.) y fácilmente nos constituimos en el pelotón de avanzada. Nos alternamos la dirección entre Ramiro, Regis y yo. Al caer la noche, Regis y José Luis habían quedado unos 100 a 200 metros rezagados y había riesgo que esa distancia se incremente, así que decidí mantenerme junto a Ramiro para avanzar de a dos.
La llegada a la primera cima de Pachacutec es tranquila, no estoy agotado, pero puedo sentir los 4700 metros de altura. El viento es invisible, pero incisivo como una navaja, golpea con fuerza mi rostro cubierto apenas por un buff multicolor muy delgado. Todos los que suben la montaña se ven igual: cuerpos finitos en trajes deportivos multicolores tan endebles frente a esas montañas pálidas e inexpugnables.
El primer descenso lo hacemos tranquilos, aún nos faltan 85km y lo peor recién está por comenzar. En la noche, las montañas se vuelven un abismo y la oscuridad un océano, las montañas del Andes Race no tiene compasión de las quejas, los lamentos ni las súplicas, solo estás tú, en cuerpo mente y espíritu para superar tus propias crisis existenciales.
En el segundo ascenso, la montaña nos golpea con el mal de altura. A mi respiración jadeante se suma el dolor de cabeza como si el viento remolineado taladrara mi cráneo por la parte superior y a Ramiro le comienza a doler el estómago. No obstante, a lo lejos y mucho más arriba, podemos divisar Hualliquisjasa (Km 26) que, como un faro de luz muy iluminado, nos guía y alienta a no claudicar en el esfuerzo.
El recibimiento de los voluntarios es muy cariñoso y amable. Un vaso de agua caliente es suficiente para disipar el dolor y la fatiga que la montaña, la altura, el frío y la oscuridad se encargan de acrecentar.
Al retomar el recorrido rumbo a Lares, comienzo a distraer mi mente con pensamientos irrelevantes: anhelo estar en mi casa, acostado, viendo una serie de Netflix comiendo una hamburguesa. Sin embargo, súbitamente mis pensamientos se interrumpen. De un momento a otro desaparece la señalización y no sabemos hacia dónde avanzar. Estamos a la altura del Km 30 tal vez cerca de la comunidad de Cuncani.
Empezamos a rodear las estancias cercadas con alambres de púas, miramos de izquierda a derecha y de norte a sur tratando de encontrar más demarcaciones, pero todo es en vano. La fama de extraviarme en la montaña me precede, así que no estoy dispuesto a repetir la letanía. Activamos con Ramiro nuestros celulares y buscamos alguna respuesta a nuestro dilema de hacia dónde ir, pero como la montaña es recelosa de la tecnología, nos obliga a solucionar los problemas por intuición y cuenta propia.
Con las neuronas atolondradas por la altura, el agotamiento y el frío, la solución vino como 15 minutos después de más arriba: el gran Regis empezó a gritar. Ni le entendemos ni le escuchamos con claridad, pero al menos sabíamos que no estábamos perdidos solamente nosotros. Decidimos regresar hasta el lugar donde vimos la última demarcación. Ya con Regis y su gran sentido de orientación que siempre le ha caracterizado, retomamos la ruta hacia Lares. Nuevamente nos hemos reunido los tres y la charla entretenida hace que me olvide definitivamente de la hamburguesa, mi cama y el Netflix.
En el trayecto a Lares, las molestias estomacales de Ramiro se acentúan, pero él continúa dando lucha por mantenerse en ritmo con nosotros. Para mí, Lares (Km. 40) es mi primer objetivo parcial, sé que después recién comienza lo más difícil y angustiante por la complejidad técnica y verticalidad de la montaña. La asistencia en Lares es grata y amistosa, tomamos una sopa de fideo, me aprovisiono de algunos dulces, como un plátano y una mandarina y rápidamente retomamos el recorrido para no enfriarnos más.
En el tercer ascenso rumbo a Chupani (Km. 58) nuestras manos se congelan, los ojos de gato se creen estrellas, las piedras parecen cuchillas, se ven desfiladeros profundos y la montaña infla orgullosa y con crudeza su pecho porque hemos perturbado su intranquila calma con nuestro paso apresurado. Yo siento mucha hambre, agoto mis provisiones y Regis comparte conmigo su barra de cereal. Ramiro queda rezagado y envuelto en la espesa neblina. El descenso es acuestas, y al llegar a la parte más baja, el día se asoma a la par del gran Remigio Huamán.
Rumbo a Huacawasi (Km.73) estoy agotado, pero contento porque el sol ilumina las montañas y resalta sus colores. El día hace que las montañas aparenten inocencia, parece que estamos rodeados por una simple pampa inclinada adornada por lugareños con vestimenta colorida y elegantes llamas. Al llegar al punto de avituallamiento, voluntariosas personas me facilitan todo lo que necesito y rápidamente retomamos con Regis el trayecto rumbo a Ipsaijasa.
El último ascenso es sufrido por los kilómetros que uno lleva encima, pero alentador porque sabes que pronto estarás en la última cima, además que los corredores de 60K aparecen y eso de por sí empieza a motivarme para competir. Regis va quedando atrás y yo voy avanzando a mi ritmo. Al llegar a Ipsaijasa (Km 78), me toman una foto con mi bandera boliviana y me doy cuenta que el primer lugar podría ser boliviano porque hasta el momento no había visto ningún otro corredor de 100k de otra nacionalidad.
Mi paso por Patacancha (Km. 86), Wilok (Km. 90) y Punamarca (Km. 96) es rápido y siempre alentado y aplaudido por los voluntarios y lugareños. Los últimos 15 Km. son interminables, mientras más esperas el final, más largo y tedioso se vuelve el recorrido, mejor es dejar de correr con las piernas y correr por alguien o por algo, y yo rápidamente encontré mi motivo: alegrar a los corredores bolivianos por conseguir alguna vez un primer lugar en una competencia internacional de montaña. Así que simplemente corrí y no paré hasta llegar a Ollantaytambo.
En los últimos metros, el aplauso y aliento de personas hospitalarias que observan al borde de estrechas calles empedradas, anuncian que me acerco al final de esta aventura. Doy un giro y puedo por fin ver ese globo inflado en forma de arco con cuatro letras ordinarias que forman una palabra extraordinaria: “Meta”.
Cruzo la meta y exploto en una sensación indescriptible de emoción, fatiga y sobre todo plenitud. Había vencido por segunda vez a 100 kilómetros de montaña, había redimido mis miedos y traumas, y, principalmente, había logrado un primer lugar en el podio para mi Bolivia.
Tiempo después, Regis, Ramiro y José Luis van llegando a la meta y los cuatro amigos terminamos coloreando de rojo, amarillo y verde el podio. No es la primera vez que un boliviano hace podio en un Andes Race, ni mucho menos será la última. Hay una generación de corredores jóvenes de montaña que pueden hacer soñar al trail boliviano con mejores tiempos si mantienen su disciplina, constancia y determinación conforme avanzan los años e incrementan sus kilómetros.
Mientras eso sucede, yo seguiré corriendo por las montañas porque fortalece mi mente, renueva mi alma, potencia mi determinación, cultiva mi constancia y, sobre todo, renueva mi fe en Dios y en mí mismo.
¡Gracias Andes Race 2019!