Llega la hora de la tercer prueba…antes de comenzar la última carrera de la Triple Corona 200, estuve extremadamente nerviosa y ansiosa, como nunca, llegué a dudar si iba a poder lograrlo. Tuve que pelear conmigo durante los 2 días previos para convencerme que tenía que pararme en la línea de salida no más y todo fluiría.
Los nervios antes de una carrera es perfectamente natural, pero mi miedo era básicamente por lo mal que lo había pasado en Tahoe200, pensaba y planeaba opciones si se me cerraban de nuevo los bronquios y no podía respirar. Según los pronósticos, haría mucho frío (-10 aprox.), en muchas secciones este año, pero iba mejor preparada para el frío que en Tahoe200.
Empieza mi baile con el desierto (como suelo decir) a las 7 am del viernes 12 de Octubre (cumpleaños 50 de mi hermano Abdel) y mientras avanzaba, me confortaba estar en un entorno desértico, más corrible que las carreras anteriores. Voy a mi ritmo disfrutando, planeando, concentrada, con el cansancio acumulado y las lesiones a cuesta pero feliz, en introspección,compartí kilómetros o metros con corredores de Australia, Nueva Zelanda, Italia, USA, Austria, México… pero siempre busco el silencio.
Paso el km 160 en aprox. 28 hrs, ahí empezaba lo bueno de la carrera. Vendrían 2 cadenas de montañas, con nieve, lodo y largas escaladas y es que Moab240 tiene de todo: Terrenos arenosos corribles, vistas espectaculares, temperaturas bajo 0, piedras, rocas enormes…Empieza a caer la 2da tarde, estoy en el km 265 aprox. Cristian se va conmigo, viene el primer cerro importante de la carrera, vemos huellas de oso, de puma, piedras, más piedras y un marcaje pésimo. Perdemos mucho tiempo buscando la ruta, a veces con otros corredores, a veces solos, el frío empieza a calar a pesar de las 5 capas de ropa que traigo puestas.
Finalmente llegamos a Pole Canyon (km 290 aprox). Pepe nos espera con -8 grados siempre pro-activo, siempre en friega atendiéndome (el mejor crew)… queremos dormir un poco antes de seguir, como lo que hay que son hotdogs (que ni me gustan) la única opción es meternos en una carpa a -8 a descansar. Me quito toda la ropa para retrasar las rozaduras, me meto al saco de dormir, con unas 4 cobijas de lana encima. Lo que debió ser un sueño reparador, fueron 2 hrs de temblar de frío.
Nos levantamos, alistamos y salimos de madrugada: un letrero a la salida nos avisa que ahora si viene la nieve, que llevemos grampones, pero no alcanza a notificar que nos quedaremos sin agua (dado que está congelada) por casi 13 hrs… en esa sección comenzó lo bueno, la verdadera prueba para estar allí. 20 millas que fueron 24 muy técnicas en general, con rocas, escaladas, mucha nieve resbalosa y casi 12 horas sin comida ni hidratación. Nos dejaron bidones con agua en medio de la nada y M&M, en un punto que considero no debió ser, pero da lo mismo: ESTABA CONGELADA! Tomando nieve con tierra para meter algunos minerales y comiendo a puños los chocolates para meter calorías, en fin… llegamos al CP. Km 325 aprox.
Descansé, comí como puerca, me cambié toda la ropa y salí. Seguíamos a -8 y comenzaba a caer la 3ra noche y con 65 kms aun por delante, sólo se trataba de poner un pie delante del otro. Otro cerro, otro single trail con nieve y después un camino ancho trotable, que para mi sorpresa pude trotar a un ritmo constante, por primera vez en la carrera, pongo música a todo volumen y empiezo a cantar, así se aleja el dolor físico y la fatiga acumulada de la realidad…hacia la madrugada, no puedo tener los ojos abiertos así es que en el último CP duermo como 1:30 hrs para abordar el último tramo sin riesgo de matarme en un barranco, esta vez con Pepe que pacientemente me acompañó esos pedregosos 28 kms finales.
243 millas: 300 kms en soledad, 90 kms acompañada, el mejor equipo (Cristian y Pepe) y la mayor alegría al cruzar la meta que resume 1,050 kms en 2 meses, experiencias que se quedarán conmigo, auto conocimiento, llevarme al límite muy cabrón y salir adelante siempre. Un Triple Corona de 200 millas como primer mujer iberoamericana y no estadounidense en lograrlo.